El Archivo Histórico Provincial de Albacete alberga la exposición ‘La Feria de Albacete. Edificio y Lugares desde su origen’, una muestra que repasa los espacios donde se ha celebrado la Feria desde la Edad Media hasta el siglo XX que está abierta al público hasta el 23 de septiembre.
Todo un homenaje a la historia de la Feria de Albacete que a lo largo de los años ha ido creciendo en popularidad y que es patrimonio no solo de los albaceteños y albaceteñas sino de todos los castellanomanchegos. Una fiesta grande declarada de Interés Turístico Internacional donde su recinto ferial, también está declarado por el Gobierno regional como bien de Interés Cultural con la categoría de monumento.
Una exposición muy plástica porque combina documentos de archivo, maquetas hechas en 2010 para la celebración del tercer centenario elaboradas por el Instituto de Estudios albacetenses y la recreación virtual en 3D. “No sólo se muestra la evolución del recinto y las transformaciones arquitectónicas más importantes que ha experimentado, sino que se aportan datos interesantes para la historiografía y la investigación en general”, explica Elvira Valero, directora del Archivo Provincial de Albacete.
La muestra ha tenido una buena acogida por la ciudadanía de Albacete y la recreación visual cuenta ya con 21.000 visitas. Por lo que aprovecha estos últimos días para conocer el largo recorrido de la Feria de Albacete a través de esta completa exposición.
Historia
El primer dato que se tiene de la Feria de Albacete es del 21 de marzo de 1325. Una celebración de la Europa Occidental que surge en la Edad Media. “Ese dato se tiene porque Albacete había tenido una gran despoblación y hay una carta en la que se daba cuenta del traslado de la Feria de Albacete a Chinchilla de Montearagón mientras que aquella se repoblase”, dice Elvira.
“Desde luego, Albacete recuperó su Feria y en el año 1444 he encontrado un dato donde ya se habla de la calle de la Feria. Esto quiere decir que el primer lugar donde se celebró fue en la calle de su nombre”, añade la directora. Un apunte del año 1444 es que ya menciona la barrera con que se cerraba el acceso a la villa por la calle de la Feria por posibles ataques o epidemias. Por diferentes motivos se perdió su celebración, recuperándose en 1542 en la misma calle y lugares cercanos como calle Zapateros, plaza Mayor y Carnicerías.
Para los ganados se designó el actual Paseo de la Feria y un poco del barrio del Pilar, en su momento las eras de Santa Catalina. Sin embargo, el acontecimiento no se consolida, circunstancia que es aprovechada por los frailes franciscanos del convento de Los Llanos para retomarlo en su favor en 1672.
Tras muchos años de conflicto la villa logra el control “con el privilegio que le concede Felipe V porque Albacete apoyó al sucesor. Vuelve la Feria de Albacete y se lleva a cabo en un edificio del arquitecto Lucas de los Corrales, en 1771, el primer proyecto ex profeso para la Feria. Es el que vemos hoy en día, pero en ese momento era más pequeño, un espacio funcional. La arquitectura era un círculo y una calle recta, figuras perfectas de la Ilustración”, cuenta la directora.
El 4 de agosto de 1783 el concejo municipal acuerda la construcción de un recinto ferial en los ejidos de Santa Catalina. Este paraje se llamaba así porque había una ermita y se encontraba cerca de la villa, tenía una cequía para el ganado y, además, contaba con dos veredas (Balazote y Lezuza) que llegaban a las inmediaciones. Con lo cual para “una feria ganadera, como era el origen, era un sitio perfecto”, añade Elvira.
El primer edificio que se hizo en la Feria, fue en el paraje de Los Llanos cuando el Ayuntamiento recuperó la Feria “hace un edificio cuadrado que hasta ahora la historiografía pensaba que no se había hecho ese edificio. Pero el primero que pensó que si se había llegado a construir fue Luis Guillermo García Sahuco y a partir de esa pista he ido investigando y creo que si se realizó. Una especie de campamento romano con casillas que acogían 100 tiendas donde tenía en el centro una casa de la villa o del Ayuntamiento para el control de los impuestos y de la seguridad”, cuenta Valero. Además, destaca que este edificio contaba con retretes, ya que en la época de la Ilustración ya se preocupaban por cuestiones higiénicas.
De este edificio cuadrado se pasa en 1783 a otro circular situado en la villa que tiene varios hitos. Ese recinto contó con un proyecto de un obelisco hasta que en 1784 se retoma la obra y se piensa en poner otro obelisco más en la calle, “ninguno de ellos se hizo”. El arquitecto Juan Calduch piensa que “la supresión de esos obeliscos es el actual pincho que hay delante de la puerta porque en su origen tenía una forma de obelisco en la planta, luego una aguja y arriba del todo está el icosaedro estrellado, una figura geométrica. Además, he visto que en 1819 ya se habla de ese remate de la puerta”, indica la directora. Asimismo, en 1863 se instalan las puertas de hierros que todavía siguen.
También, en 1883 se intentó llevar a cabo varios monumentos efímeros para celebrar el primer centenario de la construcción del edificio. Se proyectan unos arcos del triunfo en el Paseo de la Feria, un mástil para la bandera en la estación del tren entre otros proyectos de embellecimiento. “No se sabe si se llevaron a cabo porque se trataba de arquitectura efímera”, dice la directora.
En 1889 se abren las verjas y se hacen dos paseos más en la entrada del recinto ferial para que el tráfico de personas fuese más fluido. Además, se ponen unos frontones de chapa señalando ese año, que “todavía están” y el escudo de la villa.
Asimismo, uno de los elementos más característicos y simbólicos es el templete del círculo central que se construyó en 1912. Una obra del arquitecto Daniel Rubio. Se trata de un kiosco de estilo modernista, con figura octogonal y cúpula redonda. El kiosco es uno de los emblemas del recinto ferial, junto con la puerta de hierro, la Virgen de los Llanos y ‘El pincho’.
El famoso templete tiene su historia ya que en un principio iba el obelisco y en su lugar quedó una balsa para recoger el agua de lluvia o sucia. Hasta que en 1871 la ciudadanía de Albacete le pedía al Ayuntamiento que les dejasen construir una carpa o un pabellón para hacer reuniones sociales. “El consistorio no lo permitió y en 1875 hizo un templete de dos plantas de madera que amenazaba a ruina constantemente por lo que se derrumbó en 1885. Luego se instalaría una especie de carpa con unas telas que aguantó 20 años hasta 1912 que se construye el templete como hoy en día lo conocemos”, explica Elvira.
Además, en 1923 se hace una gran reforma y lo que es la casa del Ayuntamiento avanza y llega hasta el primer anillo. En 1930 se hace una hornacina para la Virgen de Los Llanos que se clausura en 1951 porque dentro de lo que es la casa de la villa se hace una capilla para la virgen.
Pero, sin duda, la gran transformación del edificio tuvo lugar en 1944, época en la que se pasa de la tradicional feria-mercado a feria de muestras. Este concepto de Feria de Muestras obligó al Ayuntamiento a convocar un concurso de anteproyecto que recayó en Manuel Ortiz y Julio Carrilero. El objetivo era la remodelación del recinto ferial amoldándolo a nuevos conceptos: artesanía local, industrialización del campo y exposición de ganados. Por lo que “se amplía con dos pabellones exentos y con el tercer anillo. Total, que pasamos de 11.000 a 28.000 metros cuadrados. Acorde a lo que crecía Albacete demográficamente”, resalta Valero.
El proyecto transformó totalmente el recinto en casi todos los elementos y amplió su espacio sumando un tercer anillo y nuevos pabellones en una calle Carrera ensanchada que debía acoger las actividades y expositores.
La última remodelación fue en 1974, cuando se construye la nueva entrada, con proyecto de Manuel Carrilero, conservando la Puerta de Hierro y el legendario y original Pincho de la Feria sobre su frontón.