Según la web de Daniel Lacalle, habla en un vídeo de su último libro publicado, “La gran trampa”. Y habla de la Sinópsis del mismo:
Los medios de comunicación y muchos políticos han llamado «política monetaria no convencional» a las medidas adoptadas por los bancos centrales para salir de la crisis. Pero se trata de un concepto engañoso, porque en realidad lo que han hecho es lo mismo que siempre se ha hecho: intentar solventar desequilibrios estructurales con medidas inflacionistas. O, como más gráficamente dice Lacalle en este libro: «Crear dinero del aire». Pero una crisis de alto endeudamiento y exceso de riesgo no se soluciona aumentando el endeudamiento e incentivando el mismo riesgo.
La gran trampa es un libro crítico con bancos centrales, políticos y todos los que han dirigido una salida de la crisis que nos puede llevar a otra, porque si la última burbuja fue la de la vivienda, es posible que ahora estemos viviendo la burbuja de los bonos. Pero, al mismo tiempo, es un libro que ofrece soluciones proponiendo medidas para cimentar la credibilidad y evitar los enormes riesgos a los que se enfrentan nuestras economías.
A la venta aquí (Planeta de Libros), incluyendo primer capítulo.
Una parte del primer capítulo(Capítulo I) es:
¿Cómo hemos llegado hasta aquí? “Y te preguntarás… Bueno… ¿cómo he llegado hasta aquí?” Once In A Lifetime, Talking Heads
«Política monetaria no convencional.» Probablemente, lo habréis oído muchas veces, pero se trata de un término engañoso.
Lo que los medios de comunicación generalistas y la opinión pública denominan «no convencional» es y ha sido la política más convencional que se ha practicado durante los últimos seiscientos años; esto es, tratar de solucionar los desequilibrios estructurales y los problemas macroeconómicos mediante medidas inflacionistas. En otras palabras, crear dinero de la nada.
No obstante, imprimir dinero no es exactamente lo que han hecho los principales bancos centrales durante los últimos siglos; es algo mucho más complejo que eso. La idea de utilizar el aparentemente infinito balance del banco central de una nación para absorber bonos del Estado e instrumentos financieros con el fin de liberar la capacidad financiera de los bancos que acumulan dichos bonos, para permitirles prestar más dinero a las pequeñas y medianas empresas (pymes) y a las familias tiene su lógica. Pero sólo cuando se trata de una medida temporal para proporcionar liquidez, reducir la percepción de riesgo no justificado y volver a la normalidad. En su momento, parecía una buena idea, sí, hasta que las medidas «temporales» y «extraordinarias» se convirtieron en la norma.
Ahí es donde radica el problema. La política monetaria no es más que una herramienta a corto plazo, pero no soluciona los desequilibrios estructurales. En el mejor de los casos —tal como nos recuerda constantemente el presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi—, se trata de una medida para ganar tiempo y permitir a los gobiernos y a otros agentes económicos solventar problemas puntuales, en su mayoría derivados del exceso de deuda y de una inadecuada asignación de capital.
Sin embargo, incluso el programa más cuidadosamente planificado crea incentivos perversos significativos. El más evidente de ellos es el de repetir los mismos errores de manera constante.
A continuación, explicaremos brevemente cómo funciona este proceso llamado «expansión cuantitativa», que, se mire como se mire, no deja de ser una herramienta para acumular riesgo.
El banco central de un país no «imprime» dinero; lo que hace es endeudarse. Compra miles de millones de euros en bonos del Estado o activos financieros —también acciones, bonos de empresas y activos ligados al sector inmobiliario— y con ello aumenta su balance, es decir, aumenta su deuda. Así pues, lo que compra el banco central no es gratis: es un préstamo.
El banco central adquiere esos bonos y activos a otros bancos. Unos bonos que, anteriormente, estos bancos tenían en su balance debido a que los percibían como tóxicos y que venden con el fin de «desatascar» la posición financiera de la propia entidad. Esto les permitía prestar a la economía real de manera más fluida. Lo habrás escuchado en muchas ocasiones: «Que fluya el crédito». Eso lo hace el banco central porque estima que los bancos no estaban prestando de acuerdo con la demanda de las empresas y familias debido a un exceso de riesgo acumulado. Pues bien, el banco central absorbe ese riesgo, esos bonos, y así los bancos comerciales pueden recuperar la actividad de financiación de empresas y familias de manera normalizada. A eso se le llama «mecanismo de transmisión de la política monetaria».
Además, el banco central pone en circulación líneas de liquidez a coste bajo con el fin de que los bancos presten, y si éstos no mueven —prestan— esa liquidez, los penaliza. Con ello se espera que la actividad económica se acelere y por lo tanto que la inflación suba y mejore el empleo. No es, como dicen algunos medios, un regalo a los bancos, sino un préstamo a bajo coste… Para seguir leyendo el primer capítulo de “La gran trampa”, PINCHA AQUÍ.
Entrevista a Daniel Lacalle por el libro “La gran trampa” ▲
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Venta del libro “La grand trampa”(Planeta de Libros)
©Juan-Ramón Moscad
Economista. UNED Almansa
https://www.facebook.com/juanramon.moscad
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