Así es, expertos pajareros han avistado en Albacete al ruiseñor coliazul, una “rareza” para un ave que inverna en otras zonas. Ha sido todo un descubrimiento para Lucas de las Heras y Manolo Salas, socios de la Sociedad Albacetense de Ornitología (SAO), que se han encontrado con este pajarillo en sus excursiones para ir a ver aves, además de participar en censos y llevar algunos proyectos de seguimiento.
Tan solo mide entre 13 y 15 centímetros y puede pesar hasta 18 gramos. Sorprende que pueda ser capaz de volar las enormes distancias que abarca en sus rutas migratorias. Es el ruiseñor coliazul, hasta hace poco conocido como coliazul cejiblano (Tarsigercyanurus).
De esta forma, el ruiseñor coliazul suele criar en bosques de montaña o taiga. Sus zonas de cría se extienden por el norte de Eurasia, en Siberia, siendo el este de Finlandia su área más occidental, y Kamchatka y el norte de Japón la más oriental. Inverna sobre todo en el sur de China, norte de Indochina, sur de Japón, en algunas zona septentrionales del subcontinente Indio y en el Himalaya. Se suele alimentar de insectos, frutos y semillas.
A nivel internacional es un ave que posee un estatus de protección de preocupación menor en la lista de especies protegidas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN). En España, es una “rareza”.
Lleva más de un mes y medio invernando en la zona
Lucas de las Heras detalla que la primera identificación se produjo el 4 de enero cuando otro compañero de la SAO, Miguel de los Santos García, compartió la foto para confirmar su avistamiento. Este sería el primer registro de la especie para la provincia de Albacete y confirma que el coliazul “lleva más de un mes y medio invernando en la zona”.
Curiosamente otro ejemplar de este ruiseñor apareció a finales de diciembre en Sasa del Abadiado (Huesca), localizado por un joven aficionado a la ornitología de 13 años, lo que sumado a otra observación de coliazul en el Delta del Llobregat a finales de noviembre daría un total de tres ejemplares distintos aparecidos este invierno en la península.
Pero ¿por qué es tan peculiar? Manolo Salas detalla que la especie tiene 13 citas publicadas por el Comité de Rarezas de SEO/Birdlife hasta ahora en España: la primera en 1998 al caer un ave en las redes de anillamiento en el Delta del Llobregat. Después, se ha avistado tres veces más, por lo tanto el número de citas aceptadas es de 16 en la actualidad coincidiendo “de manera totalmente anómala” dos individuos distintos este invierno en Huesca y Albacete, permitiendo comprobar que están invernando en la Península Ibérica.
Habitualmente estas preciosas aves eran avistadas y solían desaparecer al día siguiente siendo muy difícil poder ser ‘twitcheadas’, un término usado en el mundo pajarero para referirse a acudir a la zona donde se ha citado un ave escasa o rara y poder verla y disfrutarla.
Manolo Salas explica que el aumento de las parejas reproductoras en el este de Finlandia (zona de Kuusamo sobre todo) y la expansión de la especie hacia el oeste está haciendo que se vean más ejemplares en Europa Occidental en los últimos años. “Algunos individuos pueden estar cambiando sus rutas migratorias. La Península Ibérica parece haber sido la elegida como cuartel de invierno para estos dos ejemplares de Huesca y Albacete”, destaca.
Hay algunos casos similares, pero muy pocos. Por ejemplo, Lucas de las Heras subraya que podría hacerse una analogía con el mosquitero bilistado (Phylloscopus inornatus), ave también siberiana que era relativamente escasa a finales del siglo pasado en España y que poco a poco ha ido viéndose cada vez más en nuestro territorio y el resto de Europa, hasta el punto de dejar de ser considerada rareza por el Comité de Rarezas de SEO en el año 2016.
“Aunque no se sabe a ciencia cierta el motivo de este aumento de las observaciones (migración invertida, movimientos exploratorios, aumento del número de personas observando aves), lo que sí parece claro es que el aumento y la expansión de sus poblaciones hacia zonas más occidentales están repercutiendo en el aumento de citas en Europa”.
En base a este mismo caso, y viendo la tendencia del ruiseñor coliazul en la península en estos últimos años (habiéndose registrado en gran parte de las regiones españolas), los pajareros piensan que es bastante probable que se convierta en “una especie relativamente habitual en invierno en la península ibérica”.
Este cambio de comportamiento no supone en principio ningún riesgo o peligro asociado para esta especie. “Es habitual en las aves migradoras que haya ejemplares que realicen movimientos dispersivos en los que salgan de sus rutas habituales, llegando a establecerse nuevas rutas migratorias o fidelizándose a determinados enclaves”.
De las Heras recalca por último cómo la fotografía de aves está aportando “mucha información de gran valor” a través de lo que conocemos como “ciencia ciudadana”. Este caso es un buen ejemplo: personas “que se están iniciando en el mundo de la ornitología (y que podrían tener más dificultades para identificar en campo un ave rara como el ruiseñor coliazul) pero que consiguen instantáneas de gran calidad que no dejan lugar a dudas en cuanto a la identificación”. Esto está permitiendo recabar datos de calidad sobre la distribución de muchas especies y conecta a la población con la ciencia de una forma que hasta ahora no se había conseguido”, concluye.