La crisis ha dejado a miles de personas en riesgo o situación de exclusión social. Algunos siguen dependiendo de las ONGs para poder llenar la nevera o poder vestir. Una situación que te condena, junto con otros condicionantes, a tener una mala salud. Es la conclusión a la que ha llegado Maribel Valiente González, estudiante de Medicina del campus de Albacete, en su Trabajo de Fin de Grado en el que ha estudiado el impacto de la exclusión social en la salud de la población adulta de Albacete.
El resultado, dice, "es brutal pero no sorprendente". Y es que este trabajo de investigación, en el que ha contado con la colaboración de Cáritas Diocesana de Albacete, evidencia que la exclusión, la pobreza, la precariedad y el hecho de ser inmigrantes sin recursos, condicionan tu estado de salud. Y es que, tal y como apunta la autora en su TFG, la exclusión social se socia con determinantes sociales de la salud específicos, entre ellos, el bajo nivel socioeconómico, precariedad laboral y/o desempleo, pobreza energética o dificultad para poder llevar una alimentación saludable.
Para poder mostrar el impacto de esta realidad en la salud, concretamente en Albacete, Valiente ha trabajado directamente con Cáritas Albacete desde donde ha contactado con usuarios de esta ONG que acuden al reparto de alimentos de diversas parroquias de la capital. Se trata de personas en riesgo o situación de exclusión con edades comprendidas entre 23 y 74 años y con ingresos mensuales desde 0 a 800 euros. Entre estas personas hay desempleados pero también trabajadores domésticos, peones de campo o usuarios de Planes de Empleo.
Los resultados muestran un peor estado de salud tanto física como la prevalencia de cuadros depresivos. "Te encuentras con personas que por sus condiciones no pueden tener una alimentación equilibrada", explica la autora del estudio. Es lo que se llama 'La paradoja de la obesidad': las personas con menos recursos no están más delgadas a pesar de que a priori, comen menos. El motivo es que a menudo no tienen acceso a alimentos frescos -- fruta, verdura, pescado y carne--, o su situación de precariedad les lleva a no tener o bien instalaciones para poder cocinar en sus hogares o estar sometidos a la pobreza energética. "Sin gas, sin luz, no pueden cocinar", añade Valiente.
Pero la salud puede verse alterada por otros factores sociales. "Nadie te dice que el desahucio es un factor de riesgo para sufrir un infarto" debido a la situación límite y de estrés al que se ve sometida la persona que lo padece o que vive amenazada con esta realidad. De hecho, el resultado del estudio demuestra que las personas en riesgo de exclusión tienen una mayor prevalencia de cuadros depresivos activos.
Menos apoyos para migrantes
Otro de los condicionantes que más afectan a la salud es ser migrante. "Hay una pregunta sobre apoyo social en el cuestionario cuyo resultado es que las personas migrantes tienen más dificultades para tener mas apoyos", ya que cuentan con un menor número de personas a las que acudir en caso de problema grave y con más dificultades para obtener ayuda de sus vecinos.
Aunque-- tal y como muestran las conclusiones de este estudio-- esta realidad no escapa a las personas en riesgo de exclusión social originarias de Albacete, aunque lo habitual es que cuenten con redes de apoyo .
El papel de los médicos
La realidad, y así se constata en su trabajo, es que las personas entrevistadas visitan con mayor frecuencia que el resto de la población al médico de familia, pero sin embargo, tienen menor acceso a las consultas de atención especializada por diferentes motivos.
Dentro de esas atenciones médicas no cubiertas entre la población vulnerable destacan la atención dental, las dificultades relacionadas con el transporte o la distancia y la falta de adquisición por motivos económicos de medicamentos recetados.
Con estos resultados, ¿cómo pueden actuar los médicos para paliar la situación?, preguntamos. "Lo poco que podemos hacer es ser conscientes de que esta realidad existe y ser conscientes de que estas personas, cuando acuden a la consulta, quizás no puede comprar esos medicamentos", sentencia Maribel Valiente. Según la autora del trabajo, la realidad es que no hay conciencia de que exista precariedad alrededor. "Salvo excepciones lo normal es que no estés en contacto con personas que están en esta situación", algo que, tal y como apunta, se nota en los discursos predominantes de los facultativos. "Que el discurso sea el de los estilos de vida dice mucho".