Llega el 14 de abril. Existen infinitas razones para proclamar la república ahora mismo, pero, por motivos de espacio, os limitaremos a exponer tan solo diez de ellas.
1. No somos súbditos/as. No somos vasallos/as. Nos dan risa los títulos de nobleza. No hacemos genuflexiones. No nos inclinamos ante nadie. No bajamos la cabeza. No somos borregos (¡beeee!).
2. Los reyes no existen. Es decir, ningún dios ni ninguna providencia ha seleccionado sin un mínimo concurso-oposición a ninguna familia de terráqueos para gobernar a los demás. Ningún gen lleva corona. Todos nacemos desnudos, como los “hijos de la mar” que diría Antonio Machado.
3. La historia de la dinastía que nos ha tocado en suerte está llena de corruptelas, golfería y oscuras relaciones con actividades golpistas. Además, no son autóctonos: vienen de importación. ¡No a los MENAS (monarcas extranjeros no acompañados)!
4. La actual forma de estado es herencia directa de un genocida. Aunque la monarquía franquista se vista de seda, monarquía franquista se queda.
5. Los elementos satélites de la familia real (froilanes, federicas y resto de la tribu) son una banda de zánganos y un mal ejemplo para nuestros jóvenes.
6. Ninguno de nuestros dos reyes ha movido un dedo por reparar la memoria y ofrecer un entierro digno a las 114.000 personas asesinadas por la dictadura, la mayoría de las cuales aún permanece en fosas comunes.
7. Ninguno de nuestros dos reyes ha movido un dedo por establecer un estado laico en el que quepan cómodamente todas las creencias y todas las incredulidades.
8. Debemos blindar nuestros servicios públicos para preservarlos de la voracidad privatizadora de la (ultra) derecha folklórica pseudo patriótica, y para ello nada mejor que emprender un nuevo proceso constituyente.
9. La II República representa el único intento real de modernizar España a partir de la justicia social, la libertad, el reconocimiento de las diferencias territoriales y el fomento de la cultura. Sin memoria histórica, el pasado es ininteligible, el presente es incomprensible y el futuro es imprevisible.
10. El mundo está muy chungo. Y en nuestro país han resucitado, como espantajos, los peores fantasmas del pasado. No podemos cruzarnos de brazos. La resignación nos convierte en siervos. Y en cómplices. Necesitamos un poco de esperanza. Tenemos el derecho (y el deber) de soñar. Si no lo hacemos, estamos más perdidos que Carracuca.
Pero nuestros sueños no caben en ningún trono, que, a fin de cuentas, solo vale para soportar posaderas, sino en la alegría de la construcción colectiva. Por todo ello, reclamamos una consulta sobre la forma de estado para ya mismo. Y que no nos vengan con el mantra de que ahora “no toca”. Ese cuento ya se lo contaron a los esclavos que pedían
libertad, a los obreros que reclamaban la jornada de ocho horas, a las mujeres que demandaban el sufragio universal… y solo sirvió para prolongar la injusticia y retrasar la historia.
No, ahora sí toca.¡Vaya que si toca! A la sociedad española no se la puede seguir tratando como si viviera en minoría de edad permanente, ¡córcholis (usamos esta modosa interjección para que los propietarios de las redes no nos censuren demasiado)!
¡Viva el 14 de abril!
¡Viva la III República!