Cruz Roja lleva más de veinticinco años desarrollando proyectos y servicios especializados en el ámbito de la atención a la infancia en dificultad social, así como en la atención a las mujeres víctimas de violencia de género. El pasado año 2021, daba un paso más con la puesta en marcha del proyecto estatal ‘Alzando la voz’: Autoexpresión y empoderamiento de hijos e hijas víctimas de violencia de género. Una iniciativa que implica a niños, niñas y adolescentes que han sufrido situaciones de violencia de género en su condición de hijos e hijas.
Con este proyecto Cruz Roja, da voz a las necesidades de los niños, niñas y adolescentes para sacar a la luz, a través de sus propios discursos, todas las dimensiones de este grave problema social. “Hablan en primera persona, y deben ser escuchados activamente para poner en marcha la agenda social de esta realidad hasta consolidar propuestas legislativas e institucionales que protejan sus derechos vulnerados”, explica Rocío Ortega, responsable del proyecto ‘Alzando la voz’.
Esta iniciativa se enmarca en los esfuerzos de Cruz Roja para hacer realidad la Ley de Protección Integral a la Infancia y la Adolescencia Frente a la Violencia de Género (LOPIVI) que entró en vigor el pasado junio. Esta ley busca erradicar la violencia contra la infancia fomentando la sensibilización, prevención, detección, protección y reparación de las víctimas. “Visibilizar esa violencia que han sufrido y encuadrar esos derechos de la infancia”, añade Ortega.
‘Alzando la voz’ es un proyecto de Investigación, Desarrollo e Innovación Social, orientado a mejorar las metodologías de participación ofrecidas a las hijos e hijas de mujeres víctimas de violencia de género.
Cruz Roja realizada este proyecto piloto en 5 provincias (Alicante, Albacete, Barcelona, Granada y Madrid), donde más de 70 niños y niñas de entre 6 y 21 años participaban en talleres de autoexpresión adaptados a su edad con los que se han identificado las posibles situaciones problemáticas, barreras y sus deseos de futuro o su capacidad para superar obstáculos.
Desde Cruz Roja en Albacete comenzaron participando en la puesta en marcha de ‘Alzando la Voz’ desde el inicio de su pilotaje en 2021. “Hemos trabajado en la implementación de esta iniciativa con un total de 11 niños, niñas y adolescentes de edades entre 5 y 15 años. Una experiencia muy enriquecedora y sobre todo pudimos ver las necesidades que en otras intervenciones a la infancia no habíamos prestado una atención más centrada en estos perfiles”, dice Rocío.
Paralelamente a esta actividad, se han realizado talleres con sus madres para reforzar los vínculos maternofiliares que pudieran haberse debilitado a consecuencia de la situación de violencia vivida en sus hogares.
En este sentido, la responsable del proyecto en Albacete cuenta que por haber tenido buenos resultados han querido continuar con esta iniciativa este año para darles voz a estos niños, niñas y adolescentes.
Este año “estamos muy motivados y preparados para dar lo mejor de nosotros mismos y obtener mejores resultados”, dice la responsable del proyecto. Hace unos días arrancaba este proyecto en Cruz Roja Albacete donde trabajan con un total de 15 niños, niñas y adolescentes continuando con la labor iniciada el año pasado. Una iniciativa que abarcará todo el año para dar continuidad al proyecto. “Es un grupo inicial de 15 participantes, pero queremos que sea un grupo abierto para quienes estén interesados en participar tengan la oportunidad de hacerlo. En ningún momento nos hemos planteado que sea un grupo cerrado dada las situaciones del día a día”, indica Rocío.
Un grupo cohesionado que da voz a los hijos e hijas de las víctimas de violencia de género, a fin de recoger sus necesidades y opiniones, y poder transmitirlas a quien competa. Cuentan con un equipo de voluntarios y voluntarias que participan de forma activa en la realización de los talleres con los niños, niñas y adolescentes.
Sobre el desarrollo del proyecto ‘Alzando la voz’
El proyecto ‘Alzando la Voz’ se ha desarrollados en 3 fases: una primera fase de diseño y formación, una segunda fase de testeo y desarrollo de talleres territoriales con los niños, niñas y adolescentes, supervisión de equipos, e iniciativas desarrolladas, y una tercera fase de análisis de datos de la información recabada.
En el desarrollo de los talleres se han utilizado dos técnicas cualitativas participativas para el acercamiento a la situación de las niñas y niños: el SMAT y las entrevistas. “Detectar las necesidades a través de la técnica SMAT (Sueños, Miedos, Alegrías, Tristezas) que tienen en base a los que los niños, niñas y adolescentes manifiestan. El principal objetivo de este proyecto es darles voz para que puedan expresar lo que siente, sus necesidades o lo que quieren, siendo ellos los protagonistas de la historia”, explica Rocío.
Así poder transmitir un diagnóstico desde la necesidad para poner en la agenda política esta realidad social. De esta forma conseguir que propuestas legislativas e institucionales que están emergiendo consideren la opinión y punto de vista de los propios niños, niñas y adolescentes.
La conclusión que resume Cruz Roja del proyecto pilotaje del pasado año en las cinco ciudades es el miedo que tienen los niños, niñas y adolescentes de que les pase algo a sus madres. “Muchas veces pensamos que cuando se trata de violencia estos perfiles no se enteran de lo que está sucediendo a su alrededor. Y sí que se enteran de todo. Ese miedo por la pérdida fue una de las ideas más reiteradas. También nos llamó la atención, a la hora de valorar la tristeza, que no tenían espacios para expresar lo que estaban viviendo en sus hogares. Una inseguridad por no tener un entorno seguro y tranquilo para criarse y educarse”, cuenta Rocío.
A la hora de sacar una conclusión de los sueños, la responsable detalla que fue muy motivador porque todos coincidían en una mejora de la educación. “Nos quedó una espinita en el corazón porque hay niños y niñas que en el año 2022 siguen teniendo sueños de un mejor nivel de vida o de no tener carencias alimentarias”. En cuanto a las alegrías se palpó esa reconstrucción de ellos mismos a pesar de haber tenido experiencias negativas en sus vidas. “El ocio y el juego les ayuda a recuperarse”, concluye.