Cuando yo era un niño, hace ya unos cuantos años, el fin de semana se vivía de otra manera. Obvio. Era otra época. El sábado, por ejemplo, era para mí el mejor día de la semana sin duda, porque me levantaba cuando quería y me acostaba más o menos cuando me apetecía; era absolutamente mágico. Por la mañana mi padre marcaba en el periódico la película, repito, la película, que iban a emitir a la hora de comer y nos leía la sinopsis a mi hermana, a mi madre y a mí.
Llevo un tiempo que me pregunto: ¿dónde están los clásicos? ¿Por qué el cine de hoy día es todo moderno, el que emiten en televisión? ¿Por qué ya no se emite cine de antes o ciclos? Recuerdo los de Paul Newman, cuando cada semana emitían una película de aquel inconmensurable actor. ¿Dónde están Sophia Loren, Rock Hudson, Audrey Hepburn, Katharine Hepburn, Grant, Grace Kelly, Gary Cooper o Elizabeth Taylor. ¿Dónde Cukor, Hawks, Ford, Visconti, Wyller, Huston, Wilder, o al menos Allen, Kurosawa, o Peckinpah?
Que nadie me mencione “Paramount Channel” que es el reducto de Chuck Norris y del Guerrero Americano, salvo honrosas excepciones. Ya sé, que hay canales temáticos de pago, pero no están al alcance de todos. No es la solución. Ya sé que podemos conseguir lo que queramos por nuestra cuenta, pero no es el camino. No es de lo que hablo.
Hoy día, las nuevas generaciones, gente de veintitantos, y no te digo los de diecialgo, no tienen ni idea de quien era Robert Mitchum. Ni idea de lo que significó Steve McQueen, algo que confieso que no acierto a asimilar (he preguntado a amigos de veintitantos y no sabían, a algunos les sonaba y a la mayoría ni eso). No saben el animal que fue Ava Gardner, Bogart y su sueño eterno —creo que la mayoría ni siquiera la entendería—, “Gilda”, con bofetada o sin ella. Lo que fue en su día rodar “Adivina quién viene esta noche” en pos de los derechos afroamericanos, o qué supuso para Hollywood la Caza de Brujas, ni nada sobre un ser enorme, absoluto, como Jimmy Cagney. ¿Qué hay de John Wayne, Lee Remick, Tippi Hedren, Richard Widmark, Sally Field, Kirk Douglas, Henry Fonda? ¿Qué saben hoy sobre el icono que fue James Dean o Marilyn Monroe, hasta dónde llegó su brillo? Cómo Brando influyó en la sociedad de su época con “Salvaje” de la manera que lo hizo, arrastrando a miles de jóvenes que pretendían convertirse en él. Ser como él. Sacudiendo los cimientos del pensamiento de la época.
Hace tiempo un amigo, tiene algo más de 30 años, llegó a casa mientras veía un clásico y me espetó: “¿Cómo puedes ver este tipo de cine? Se ve tan trapero. Como de mentira todo”. Él no entendía que no hubiera efectos especiales ni apenas banda sonora. Estamos hablando de “Piel de serpiente” de Marlon Brando, ese lugar donde Brando y Woodward reescriben el drama. Las nuevas generaciones no pueden entender que una película esté sostenida por diálogos. Que “Eva al desnudo” sea redonda, la mires por donde la mires. Que todo sea mensaje como en “La jauría humana”, “Picnic”, “El nadador”, “La ciudad frente a mí”, “Los gritos del silencio”, “El expreso de medianoche”, “Missing” o “Solo ante el peligro”. No pueden entender algo como “La diligencia”, “De aquí a la eternidad” o “La noche del cazador”. Si ven “Casablanca” no entienden nada, porque las claves sobre la Segunda Guerra Mundial que encierra no son comprensibles para ellos. No hay significado alguno en ellas. Se perderán el monolito de 2001, el “Rosebud” de Kane. ¡Además, son en blanco y negro!
Alguien me aseguró una vez que no veía nada que se hubiera rodado antes de “Matrix”. Todo lo que no tiene un buen Dolby y no puede verse en un home-cinema no sirve. En un viernes noche hoy sólo tiene cabida “Iron Man”, los bíceps de Mark Wahlberg o al menos a Keanu Reeves con cara de interesante mientras suena una de esas baladas que te sobrecogen el alma. ¿“Jeremiah Johnson” y su belleza crepuscular? ¿“Tal como éramos” colándote su música en las entrañas desde la sesión de fin de semana? Definitivamente no. No va a ocurrir.
Recuerdo con nostalgia ver “Tarzán”, “El príncipe valiente”, “Viaje al centro de la Tierra”, o “Los hijos del Capitán Grant”, en una tele de 14 pulgadas blanco y negro o cómo me ardían las orejas viendo “El temible burlón” y Robin Hood. No necesitaba explosiones. Sólo al héroe colgado de la lámpara propinando puntapiés y puñetazos a los malandrines frente a la chica arrebatada, porque entonces el héroe era yo y nadie más. No había color pero no importaba; McQueen fruncía el ceño y yo sabía lo que aquel tipo significaba, dentro y fuera de la pantalla…
No es un tema tan intrascendente el que aquí comento. Había un cine que te hacía pensar, donde “Network” por ejemplo, tenía mucho que decir, que aportar. Es como si no quisieran que pensáramos. Es como si el “Sistema” hubiera arrancado todo eso del entretenimiento.
El cine, es algo más que lo que aportan las trilogías para adolescentes, los vampiros sexys, Will Smith, Tom Hanks, Hugh Jackman, Jennifer Lawrence, Nolan o Di Caprio, con todo el respeto que me merecen sobre todo estos últimos. No deberíamos ser casi unos excéntricos los que demandamos/deseamos un “Harry el Sucio” o un “Alguien voló sobre el nido del cuco” un fin de semana en prime-time.
Cada vez que veo esta programación de thrillers de moda me pregunto qué van a hacer con sus vidas estas generaciones que jamás vieron “El bosque petrificado” y que por tanto no van a entender nunca que, ellos, son el futuro…
Suso Millán