Por @jmoscad jmoscad@gmail.com
Hablando de los economistas e intelectuales de izquierdas, Miguel Ángel Belloso (Director de Actualidad Económica) opina en su columna de Mercados-Actualidad Económica de El Mundo, domingo del 8 de noviembre, que “no hay día que éstos sedicentes no coloquen su insidiosa mercancía”. Esta mercancía consiste en decir, más o menos que:
“a) Estamos en un país al borde del colapso,
b) en el que la desigualdad ha alcanzado cotas intolerables, y
c) el riesgo de pobreza es acuciante “
El autor pone nombre a este escenario, definido en los 3 apartados anteriores, de “una catástrofe” que, según él, las estadísticas desmienten:
I) Por el lado de los ingresos, apela a que las estadísticas no dicen eso, pues existe el índice de Gini, que es una medida de la desigualdad ideada por el estadístico italiano Corrado Gini. Normalmente se utiliza para medir la desigualdad en los ingresos, dentro de un país, pero puede utilizarse para medir cualquier forma de distribución desigual (Wikipedia). Este índice, que mide la desigualdad de rentas, dice Belloso que “aumentó menos de 2 puntos durante la Gran Recesión y está recuperándose aceleradamente”.
II) Por el lado de los gastos, dice Belloso que “la desigualdad entre los ciudadanos ha retrocedido en España durante la crisis, según acaba de demostrar el solvente servicio de estudios de BBVA”, que en sus conclusiones dice: Durante el periodo comprendido entre 2007 y 2015, el gasto realizado por los hogares favorecidos se redujo un 17,2%, mientras que el de los hogares desfavorecidos lo hizo un 7,6%. Esto ha permitido una reducción de la desigualdad en consumo entre las familias españolas, cuantificada según el Ratio de Palma (la proporción del 10% más rico de la participación de la población en el ingreso nacional bruto dividido por la porción más pobre del 40%) en un 9,7%.
Y el autor del artículo comenta que “El arte de la propaganda se basa en la repetición constante de la añagaza hasta hacerla pasar por ‘una falsa verdad’, que prenda incluso entre los que se están beneficiando de un crecimiento robusto y de unas oportunidades de empleo inéditas”. Y que: “El mensaje dirigido a todos ellos es que no tienen motivos para estar satisfechos, porque les pagan mucho menos de lo que merecen mientras las empresas inflan sus beneficios y los pensionistas viven cada día peor”.
Dice que todo esto es falso pues los jubilados han aumentado año a año el poder adquisitivo debido a la baja inflación, pero que las empresas sí que han sufrido la recesión pues les ha llevado al cierre, que la reforma laboral ha permitido a otras muchas empresas a seguir con la actividad, pues han podido acomodar los costes (salarios) al mercado, bajándolos para ganar la competitividad y evitar el descenso del empleo, “que habría sido todavía más procaz de haber persistido las normas legales que avala la izquierda en favor de los sindicatos y de los trabajadores protegidos por contratos indefinidos”, dice Belloso.
Y vuelve a criticar 1) a lo que dicen a diario los “profetas de la hecatombe”, “que no pueden soportar que los ciudadanos recuperen el aroma agradable de la esperanza”, diciendo: “La boyante recuperación económica, ahora amenazada por el conflicto catalán, ha generado medio millón de empleos al año y ha situado la tasa de paro cerca del 16%”.
Remacha con una crítica muy directa: 2) “Este sentimiento obsceno y vil demuestra la escasa consideración moral que merece ‘el trabajo’ a los intelectuales progresistas. Ellos prefieren a la gente en casa, en pijama, viviendo del Estado antes que ver cómo empieza a salir del atolladero y siente un cierto sentimiento de gratitud por el Gobierno que algo ha ayudado a su cambio de perspectiva, que es el Gobierno infame de la derecha”.
Y pone un ejemplo de lo que dicen algunos socialistas que asoman la cabeza últimamente: “El socialista Rafael Simancas, partidario de las rentas mínimas generalizadas, cree que hay que rescatar a 700.000 familias pobres, pero ya se imaginan en qué consiste su método: en una ‘subida brutal de impuestos’ que cortaría las alas a la inversión y ensuciaría el oxígeno necesario para crear empleo. La izquierda prefiere una sociedad de subsidiados, añora ese Estado de Bienestar destructivo que penaliza el esfuerzo y mina la autoestima personal. Por eso hay que desenmascararla”.
Y yo digo que los socialistas también tienen una solución para mantener las pensiones: subir los impuestos alrededor de 7,5% sobre todas sus rentas, como hacen los franceses, y que tengo escrito en un artículo anterior de esta columna.▲
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Los 2 Comentarios que se han hecho al final de este artículo tienen opiniones encontradas:
1) pablo_arme00 (05/11/2017): Dice que más impuestos cortarían las alas a la inversión. ¡Desde luego!; a la inversión especulativa, porque sobran rentas de ahorro que no pueden convertirse en inversión productiva debido a débil demanda. La redistribución es necesaria para activar realmente la demanda y la inversión.
2) resveratrol (05/11/2017)
Pero es que la gente es muy receptiva a esta filosofía porque se trata de confiar ciegamente en el Estado, de eludir la responsabilidad personal y de entregarse a la comodidad aunque sea al precio de un nivel de vida bajo pero generalizado.
Artículo: La gran insidia, de Miguel Á. Belloso en Economía/Empresas de El Mundo, domingo 8 de noviembre.
©Juan-Ramón Moscad
Economista. UNED Almansa