Hay lugares cargados de memoria. Sitios que parecen obligados a un destino. En Albacete, tanto el espacio que ocupa el Hospital General como el Hospital Perpetuo Socorro han sido durante décadas lugares dedicados a la actividad sanitaria. Si el primero cumplió los 35 años en plena pandemia; el segundo hospital albaceteño celebra ahora un cuarto de siglo de servicio público. Tras estos 25 años se ha convertido en un edificio sanitario que está haciendo de la eficiencia energética una bandera de gestión.
De hecho, el Hospital Perpetuo Socorro dispone desde principios de año de una instalación fotovoltaica que le permite alcanzar una mayor autonomía dentro de la red eléctrica y reducir la huella ecológica. Una equipación que está completamente automatizada y es posible controlar su uso desde el centro procesador de datos.
Esta incorporación tecnológica se suma a un proyecto general, un Sistema de Gestión Energética, que posibilita la opción de ver en tiempo real el funcionamiento de todos los equipos. En estos momentos, todas las habitaciones están controladas por este procedimiento de vigilancia. Entre las últimas incorporaciones técnicas, también se ha instalado un puesto de recarga de vehículos eléctricos. Avances con la vista puesta en los próximos 25 años para un hospital que ha cumplido el cuarto de siglo en plena forma.
Residencia Sanitaria
El Hospital Universitario Nuestra Señora del Perpetuo Socorro de Albacete vino a sustituir en 1997 a la antigua Residencia Sanitaria de la Seguridad Social que en sus últimos años de vida generó más de un titular. El 15 de junio de 1980, publicaba ABC: “Salida de cadáveres sin el certificado de defunción”. El mismo periódico, cuatro años después, hacía públicas las supuestas anomalías en la gestión de la Residencia Sanitaria. “En una inspección realizada por los servicios correspondientes del INSALUD, llegados de Madrid para este fin, se han descubiertos graves deficiencias en las áreas de tesorería, personal, suministros y cargos a terceros”. León Cuenca, corresponsal del diario madrileño, había denunciado por entonces la “situación crítica del Insalud en Albacete” y se hablaba de la necesidad de cientos de millones de pesetas y facturas pendientes por valor de otros tantos miles de duros.
Este edificio se había inaugurado a las puertas del desarrollismo económico franquista. En mayo de 1957, el ministro de Trabajo fue el encargado de asistir a la apertura de la residencia sanatorial del seguro de enfermedad. La infraestructura, construida en la barriada nacional-sindicalista, constaba de ocho plantas, capacidad para de 150 a 175 camas, seis quirófanos y consultas para varios servicios. Veinte años después, se comentaba la necesidad de ampliar las instalaciones e invertir más de 21 millones para ampliar las camas, 372 camas, que tenía en diciembre de 1976. En aquel tiempo de cambios, mientras España caminaba hacia la democracia, en Albacete se seguía construyendo el nuevo Hospital de San Julián y Diputación e Insalud negociaban sobre el futuro del edificio. Y además funcionaba el Hospital Los Llanos de Enfermedades del Tórax (reducto de las graves tuberculosis de la posguerra), aparte de varios sanatorios privados como Santa Cristina, Santa Isabel o El Rosario. Y pasaron los años. La ciudad y la provincia siguieron creciendo y a mediados de los ochenta, por fin y tras muchos problemas para ponerlo en funcionamiento, el ministro de Sanidad, Ernest Lluch, inauguró el Hospital General (antes San Julián). Pero la vieja Residencia Sanitaria seguía arrastrando unos problemas estructurales hasta que en 1997, cuarenta años después, se estrenó una nueva edificación.
En el ámbito sanitario, en aquel año 1997, año marcado en la historia de España por el secuestro de Ortega Lara y el asesinato de Miguel Ángel Blanco por parte de ETA, las sociedades médicas, aglutinadas en el Comité Nacional de Prevención del Tabaquismo, comenzaban a pedir al Gobierno central que prohibiera la publicidad del tabaco y ya se advertía de que más de 40.000 personas morían por este veneno.
Con buen músculo andaba la Hermandad de Donantes de Sangre que con su esfuerzo voluntario habían situado a la provincia de Albacete en la segunda mejor en porcentaje de donación; en la nómina de socios ya se contaban más de 36.500 personas. Ahora, un cuarto de siglo después, ya caminan para rebasar los 73.000 donantes. También entonces la Asociación de Familias de Niños Oncológicos, Afanion, luchaba para mejorar la vida de los menores y en colaboración con los profesionales sanitarios albaceteños, organizaba jornadas de acercamiento al paciente. Sin embargo, Albacete aún no contaba con la Unidad de Radioterapia, que era solicitada con insistencia al Instituto Nacional del Salud, el INSALUD. Este servicio todavía no existía en la comunidad autónoma.
Insalud y pesetas
Castilla-La Mancha tampoco tenía aún las competencias sanitarias; desde la Junta y las Cortes Regionales se venían exigiendo desde hacía años. Sin embargo hasta el comienzo del nuevo milenio no se alcanzaría este hito que cambió la sanidad pública de la región para siempre. Antes, en 1998, se inició la construcción de la Facultad de Medicina de Albacete gracias al impulso de la Junta presidida por José Bono y la Universidad de Castilla-La Mancha.
A lo largo de aquel año de 1997, el Hospital Perpetuo Socorro fue abriendo sus puertas de forma paulatina. Sus instalaciones comenzaron a funcionar en varias fases. En febrero se activaron 30 plazas además de dos quirófanos y cinco salas de radiodiagnóstico. El INSALUD anunciaba que la hospitalización se ampliaría en abril con otras 120 camas. A final de este mes de abril, se realizó el traslado completo y cierre del Hospital de Los Llanos. Al nuevo Perpetuo Socorro lo definieron como “un hospital inteligente diseñado para el año 2000”. Tras el acto de apertura del adjunto Centro de Especialidades, unos meses después, en septiembre, llegó la inauguración del hospital con la presencia del entonces ministro de Sanidad, Romay Becaría y la consejera de Sanidad, Matilde Valentín.
Mientras todo esto ocurría, la ciudad de Albacete fue escenario de una de las manifestaciones más importantes de su largo avatar histórico. El agua fue el motivo de aquella protesta. Mientras tanto, 1997 fue también el año de la libertad horaria de las farmacias de la comunidad autónoma y de la crisis de salud pública que desató la meningitis. El gobierno de Castilla-La Mancha adquirió vacunas por valor de treinta millones de pesetas.
La vieja moneda todavía ocupaba, si había suerte, nuestros bolsillos. Aún con la desaparecida divisa a las puertas de su defunción, se comentaba hacia el año 2000 que Castilla-La Mancha perdía cada día 58 pesetas respecto a lo que la región tendría que percibir comparándolo con las cifras que recibían otras comunidades autónomas. Las autoridades castellano-manchegas se quejaban de los desequilibrios territoriales y volvían a pedir las competencias sanitarias. Cataluña ya las tenía desde 1981. Finalmente este proceso se hizo efectivo el 27 de diciembre de 2001 y comenzó en la práctica en 2002. La administración de esta materia pasó a autonomías como Madrid, Murcia, Extremadura o Castilla-La Mancha.
Competencias sanitarias
En nuestra comunidad autónoma se creó el Servicio de Salud de Castilla-La Mancha que asumió la responsabilidad de gestionar los servicios sanitarios públicos en la región. Hace veinte años, 17.000 empleados públicos atendían la salud de los ciudadanos. A cierre de 2021, son 35.899 los profesionales sanitarios castellano-manchegos. En este periplo de dos décadas de competencias sanitarias, el crecimiento ha sido exponencial.
Cuando el SESCAM asumió la gestión, la inversión sanitaria suponía un cuarto del total del presupuesto para la comunidad. Hoy suman un tercio de los más de 9.000 millones de euros del global. Si en 2002 se gastaron 1.393 millones de euros en este ámbito, en este 2022 van a ser más de 3.600 los millones invertidos. Cifras que no representan solo dinero, sino atención al paciente. En 2021 se realizaron en Castilla-La Mancha, entre otros miles de actos sanitarios, hasta 104.211 intervenciones quirúrgicas, 57.566 cirugías sin ingreso, 109.372 resonancias magnéticas, 33.600 colonoscopias, 59.030 mamografías, 182.537 tacs y 12.664 procedimientos de radiología intervencionista.
Veinticinco años después de inaugurarse el Hospital Perpetuo Socorro de Albacete, en la provincia hay dos nuevos hospitales: Villarrobledo y Almansa. La ciudad cuenta también con varios nuevos centros de salud, un centro de especialidades y una postal de progreso: las grúas y los obreros levantando la ampliación del Hospital General Universitario. Sobre el suelo que ocupó el antiguo CAS, comienza a emerger ahora la última infraestructura sanitaria de Albacete. Encima de la tierra que ocuparon los viejos cimientos del Hospital San Julián, asoma ahora el futuro. Por estos lares también soplaron epidemias y plagas; patologías y curas; óbitos y milagrosos salvamentos. Hace cien años se inauguraba aquel edificio y publicaba entonces el periódico “La Senda”, tras criticar sus malos acabados y falta de mobiliario: “Cuyo beneficio era de las necesidades perentorias que reclama Albacete”. La preocupación por la salud no ha cambiado en siglos. Por suerte, lo que sí se ha modificado es la manera de gestionarla, la forma en que el sistema público se encarga de los más desfavorecidos, la cercanía en la asistencia sanitaria.