Profesor de Economía en Bachillerato
La semana pasada veíamos en los medios de comunicación cómo se producía la intervención del Banco Popular según el Mecanismo Único de Resolución Bancaria por su grave problema de solvencia y liquidez, agravado por la salida de 15.000 millones de euros en depósitos en solo 5 meses. Esta situación terminó en la adquisición del Popular por el Santander al precio simbólico de 1 euro. En esta ocasión, el saneamiento de una entidad financiera quebrada no nos ha costado un euro a los contribuyentes españoles, al contrario de lo que sucedió con el rescate de las Cajas de Ahorro públicas y dirigidas por políticos y sindicalistas, que nos costaron 60.700 millones de euros de todos. La cuestión es que la venta por 1 euro al Santander ha desencadenado todo tipo de chascarrillos de café y bromas del tipo “por ese precio me compro diez bancos”.
Pero en esta clase de situaciones hay que huir de los simplismos, las demagogias y los eslóganes, y hacer un análisis profundo y detallado. La realidad es que el Santander ha comprado todos los activos y todos los pasivos del Popular. Se ha quedado con todos sus activos “buenos”, como la Deuda Pública de los países solventes y créditos de alta calidad, pero también se ha quedado con un montón de activos tóxicos, que están contabilizados con un valor en libros, pero que en la realidad valen mucho menos o incluso nada. Por ejemplo, los préstamos concedidos a personas o empresas que han devenido insolventes, viviendas de todo tipo, promociones inmobiliarias a medio construir…Además, se queda con una extensa red de oficinas duplicadas con las suyas propias, algunas una casi al lado de la otra y que posiblemente tenga que cerrar, y 12.000 trabajadores de los cuales deberá despedir una buena cantidad mediante EREs, prejubilaciones e indemnizaciones. Y para colmo, deberá afrontar una avalancha de reclamaciones judiciales de los accionistas del Banco Popular, que han perdido todo su dinero y que ya están preparando las demandas correspondientes basándose en la información incorrecta que se les suministró para la ampliación de capital de julio de 2016.
En resumen, el Santander se queda con todo lo bueno y todo lo malo del Popular, y no sabe exactamente qué es lo que hay dentro de ese apartado de activos tóxicos del Popular, y lo más importante, cuánto vale. Sólo el tiempo y el mercado aclararán si Ana Patricia Botín ha realizado una buena adquisición o no, aunque lo que está claro es que muchos inversores han quedado arruinados con esta operación.