Es albaceteña, de Barrax, pero reside en Estados Unidos. Ana Céspedes es la directora directora general de operaciones de IAVI (International AIDS Vaccine Initiative). Esta organización mundial sin ánimo de lucro tiene su sede en Nueva York y trabaja en el desarrollo de vacunas y anticuerpos para enfermedades infecciosas, entre ellas las emergentes como la COVID-19 o las llamadas ‘patologías desatendidas’.
Esta semana ha inaugurado el ciclo de conferencias online organizadas por la Fundación Eurocaja Rural bajo el lema ‘Dosis Formativas’, cuyo objetivo principal es “proporcionar soluciones a los problemas actuales y resolver dudas a situaciones a las que nos enfrentamos desde los diferentes ámbitos de nuestra vida”.
Céspedes fue muy clara y realista sobre las vacunas contra la COVID-19 en su mensaje “sencillo y realista” porque, dice, “hay mucho para ser optimistas”, frente al SARS-CoV-2, que ofreció a través de diez claves.
1.- La aprobación de cuatro vacunas en apenas un año es un éxito sin precedentes en el que no ha habido “atajos científicos”
Hasta ahora la media temporal para desarrollar una vacuna era de 11,8 años y hoy, tras un año de pandemia tenemos cuatro aprobadas por el organismo regulador europeo, la Agencia Europea del Medicamento (EMA).
Las claves para lograrlo, asegura Ana Céspedes, han sido “los acuerdos público-privados con farmacéuticas que han permitido acelerar el proceso, los avances biotecnológicos, la inversión pública sin precedentes que han permitido, por ejemplo, producir a riesgo”.
Después, la colaboración con los organismos reguladores como la propia EMA. “Ha sido fundamental. Hemos visto todos una urgencia, hasta en los tiempos para la selección de pacientes” para la prueba inicial de las vacunas.
2.- El futuro es muy prometedor: hay 312 proyectos de vacunas en marcha
Existen casi 90 en ensayo clínico con prueba en humanos y casi 30 en fase avanzada. “Investigaremos vacunas no intramusculares, de una sola dosis, menos reactogénicas”, explica.
Se muestra optimista porque “el portfolio está lleno de posibilidades que permitirán abastecer al mercado. Es cuestión de tiempo, aunque nos quede un poquito”. Para esta científica de formación farmacéutica crear vacunas “es una cosa de lo más sencillo y una maravilla científica”. ”
Explica que “básicamente es intentar copiar algo parecido al virus sin que produzca la enfermedad y lograr una respuesta inmunitaria cuando te expones a él”. En el desarrollo biomédico, hay distintas plataformas tecnológicas que también detallaba.
Por ejemplo, inactivar el virus que se quiere atajar o “atontarlo”, como hacen las vacunas chinas. O bien “coger un trozo de virus y ponerle sustancias que ayudan a la inmunidad, como hace la vacuna de Novavax”. En otros casos se toma su material genético “para insertarlo en otro virus no patógeno (un vector viral) y trasladarlo al cuerpo humano, como hacen Janssen, AstraZeneca o Sputnik. O el caso de Pfizer y Moderna que “transfieren el material genético de forma directa al cuerpo humano, sin usar otro virus”.
Es algo, dice, que “hasta ahora no se había conseguido porque el material genético es muy poco estable y se degrada. Tras tres décadas de investigación se ha conseguido por primera vez” y en este punto, la experta albaceteña aclara que “no se va a mezclar con nuestro material genético. Es imposible”.
La vacuna española está todavía en fase muy inicial. Las vacunas se aceleran con dinero y no sé si el Gobierno español está dispuesto a ponerlo
“La vacuna ideal es aquella que me protege tanto que no me infectaré y entre eso y la muerte las hay de todos los colores. Al menos que nos proteja de una infección moderada o severa”, aunque huye de calificar a cada vacuna como “peor o mejor”.
“Compararlas en muy difícil. No es mejor porque tenga un 90% de eficacia. Es algo más complicado que eso. Estamos recogiendo datos para conocerlas”.
¿Y la vacuna española? La científica rebaja expectativas. “Está todavía en fase muy inicial. He leído que se han invertido cinco millones de euros. Solamente para los ensayos pre-clínicos de seguridad se necesitan 20 millones de euros y además una farmacéutica que la produzca a gran escala. Las vacunas se aceleran con dinero y no sé si el Gobierno español está dispuesto a ponerlo”.
3.- Hay que diferenciar entre responsabilidad científica y política
Los organismos reguladores son los responsables de asegurar, eficacia, calidad y seguridad, gracias a expertos de todo el mundo. “También los expertos de Albacete forman parte de estos organismos”, bromeaba, y “debemos confiar en ellos”.
Los gobiernos deciden el precio y el acceso. “No hay que mezclar funciones”, advierte Ana Céspedes quien sostiene que “es muy buena decisión la compra centralizada que ha beneficiado a España”.
4.- Las cuatro vacunas aprobadas en Europa tienen un perfil beneficio/riesgo positivo y todas disminuyen el riesgo de muerte por COVID al 100%
Hay que seguir actualizando las vacunas, pero de momento, importa el número de dosis y su administración espaciada en el tiempo. “A veces son más eficaces al dejar más tiempo entre una y otra dosis, como la AstraZeneca”.
El goteo de datos es mayor conforme avanza el tiempo: importan por ejemplo los grupos de edad y otros factores. “Hoy sabemos que la Pfizer es segura en mujeres embarazadas y que tiene un 95% de eficacia, pero no sabemos si funciona con las mutaciones virales. Los datos preliminares indican que su eficacia disminuye un poco”.
Sobre AstraZeneca explica que tiene una eficacia del 76%. “No es tan espectacular, pero es que protege al 100% de hospitalización”. En el caso de Janssen, esos datos son del “66% de eficacia y también un cien por cien de protección frente a hospitalización y muerte o un 85% frente a enfermedad severa”.
Las vacunas tienen efectos secundarios y esta experta explica que Pfizer y Moderna los provoca más “en la segunda dosis” pero lo enmarca dentro de la “normalidad, como cualquier medicamento”.
¿Es segura AstraZeneca? Ana Céspedes cree que la política de comunicación de la farmacéutica no ha estado a la altura cuando se ha hablado de trombos. “Ha generado mucho ruido, pero la realidad es que es muy difícil de saber a qué se deben los efectos adversos. Se trata de un caso cada 100.000 personas y ya hay tratamiento” y se muestra contraria a la paralización de la vacunación.
5.- La mejor vacuna es la primera a la que puedas tener acceso
Siempre que esté aprobada por organismos reguladores internacionales “no hay que dudar”, a pesar que no niega “el riesgo” de tomar una u otra decisión. “Es personal y voluntario”.
6.- Todavía no conocemos la duración de la efectividad de las vacunas
¿Cuánto durará la vacuna? (la de Pfizer sabemos que dura al menos seis meses y se verán datos a nueve y a doce meses) ¿Cuánto me protegen ante futuras variantes? ¿Pueden vacunarse los niños y las embarazadas? Todas ellas son las preguntas que ahora están sobre la mesa.
“Hay investigación en marcha para responder a todas estas preguntas y se ponen datos sobre la mesa de forma constante. Lo resolveremos relativamente pronto”, matiza.
7.- El porcentaje de población que es necesario vacunar para adquirir la inmunidad de grupo depende de la eficacia, de la protección existente y de las variantes
“No hay que sorprenderse de que la inmunidad del 70% a la que se quiere llegar deba ser mayor”, dice Céspedes, dependiendo de si las vacunas son más o menos eficaces o del comportamiento de las variantes del virus.
¿Y se pueden mezclar vacunas como se está planteando con la segunda dosis de AstraZeneca?, preguntaban a la científica. “La mezcla de vacunas es un experimento y no se debería hacer fuera de ensayo clínico.”, dice contundente.
8.-Un reto casi tan grande como conseguir las vacunas es vacunar a todo el mundo en todos los países
En opinión de esta científica albaceteña, “es un mensaje importante porque nunca se ha hecho y no hay dosis suficientes”.
Se podría evitar el 61% de muertes distribuyendo vacunas entre las poblaciones de riesgo primero y en todos los países y luego el resto. Pero eso no está siendo así
Con datos del 6 de abril, España ponía más de 183.400 vacunas al día. Estados Unidos más de 2,9 millones. Con estos y otros datos de distintos países que están vacunando “supone que a este ritmo nos quedarían 1,7 años para vacunar al 70% de la población mundial. Cuesta digerirlo, creo que avanzaremos hasta diez veces más rápido, pero no de la misma forma en todo el mundo. En Kenia hablan de lograrlo en 2023”.
Por eso, dice, “hacen falta más vacunas y más dosis, más confianza en ellas y coordinación”.
9.- No estamos a salvo hasta que todos estemos a salvo
Hay que invertir en ayudar a los países con menos recursos. “Es lo adecuado, también desde el punto de vista financiero”, apunta la investigadora porque las enfermedades infecciosas “no tienen fronteras”.
Hoy la economía es global y por eso sostiene que se podría evitar el 61% de muertes distribuyendo vacunas entre las poblaciones de riesgo primero y en todos los países y luego el resto.
“Pero eso no está siendo así, vamos país a país y mis amigos primero. Eso evitará un 33% de las muertes posibles”, lamenta.
Asegura que la recuperación económica “no se producirá solo cuando España esté vacunada porque vendrá un avión de no sé dónde y tendremos otro brote epidémico. Vendrá una persona que ha pasado la frontera sin control, y tendremos otro más”.
Por eso, incide, “no estamos hablando de generosidad, es que estaríamos todos mejor, pero no vamos en esa dirección”.
¿Es posible liberar las patentes? La investigadora recuerda que las vacunas “no son solo fuente de inversión privada, sino también de los gobiernos. Están cofinanciadas. Se ha invertido a riesgo, mientras se investigaba y serán bastante baratas”
En su opinión, la eliminación de patentes no resolvería el problema. “La industria farmacéutica es la única que tiene la tecnología y el espacio para desarrollar capacidad productiva a gran escala”.
Por eso cree que la clave está en la transferencia tecnológica, es decir, la colaboración de las farmacéuticas con empresas de producción a bajo coste. España podría tener una gran oportunidad”, asegura.
10.- El mayor reto al que nos enfrentamos ahora es la Comunicación
Aboga por una Comunicación sobre las vacunas “basada en datos, fácil de entender, en el momento adecuado y con una voz única”.
El reto de comunicar bien lo pone al mismo nivel que la propia vacunación porque con las enfermedades infecciosas no solo se trata de vacunas o de decisiones políticas sino de “comportamientos individuales”.