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Es un día nublado este 14 de febrero, pero los nubarrones son aún más densos en algunas parejas. Mariano y Albert se conocieron hace veinte años. Mariano ya era uno de los hombres más importantes de la empresa, Albert estaba empezando. Albert se fijó en Mariano como ejemplo a seguir, como líder experimentado que sabe lo que se hace. Mariano apenas reparó en Albert, si acaso se fijó un segundo en ese culito respingón, pero pasó de largo.
Años después, volvieron a encontrarse. Mariano era un poco más mayor, pero ese aire interesante se había vuelto un aroma intoxicante y Albert no pudo resistirse. Albert conservaba su buena estampa, sumada a la experiencia que da la madurez. Esa experiencia hizo que Albert flirteara primero con un tal Pedro, alto, guapo y un poco simple. Mariano llevaba demasiado bailando esta pieza y sabía que solo era una estrategia para darle celos, así que hizo lo que mejor se le daba: esperar.
Poco después y como no podía ser de otra manera, Albert cayó redondo en brazos de Mariano y ambos se dejaron arrastrar por un torrente salvaje de pasión desenfrenada. A largas noches de placer siguieron días repletos de conversaciones. Mariano olvidaría sus anteriores relaciones con gente de mal vivir, dejaría que se apañasen como fuese, solo le importaba Albert. Albert contendría sus fuerzas de juventud, se adaptaría a un Mariano que trataba de mantenerse en forma pero a quien la edad le iba ganando terreno.
Pero como todas las luces excesivamente brillantes, esta luminaria duró poco. Ahora la relación es tormentosa. Las turbulencias acosan a Mariano y a Albert desde ese último viaje a Barcelona. La hermana de Albert no aprueba a Mariano y sus padres opinan que podría conseguir a alguien mejor: “Mariano está de salida y tú acabas de llegar, hijo mío, no te ates a un barco que se hunde” le dijo su madre a Albert.
Las peticiones se convirtieron en exigencias, los devaneos en abiertas infidelidades. Es de dominio público que Albert se ve a escondidas con José María, antiguo novio de Mariano y eterno calavera. Mariano hace lo propio (lo juro) con el atractivo Pedro, en un pisito que heredó este último de su difunto marido, Emilio.
Hoy es 14 de febrero, día de los enamorados. ¿Se reconciliarán? ¿Se acabó el amor? Maldito sea aquél viaje a Barcelona. ¿Lloro por ellos? No. Lloro por los amores rotos.
Jose Ramón Rodriguez Martínez
Secretario de Comunicación de Podemos Albacete