En los últimos días hemos visto con indignación cómo un grupo de aficionados (por decirles algo) del PSV Eindhoven holandés producían una bochornosa estampa cuando humillaban a un grupo de rumanos por un puñado de calderilla o por un billete ardiendo de 5€. Una escena lamentable que, por otro lado, no es una excepción. Conocemos la “desafortunada” actuación del periodista de Cuatro, Manolo Lama, o las de esta misma semana con seguidores del Sparta de Praga orinando sobre una mujer en Roma (asqueroso, no solo por la orina, sino por hasta dónde puede llegar el desprecio entre las personas) y otros hooligans del Arsenal riéndose de quienes pedían dinero en Barcelona.
La conciencia colectiva ha reaccionado y el rechazo ha sido unánime, como no podía ser de otra manera. Lo que queda claro es que nuestros corazones son sensibles y no soportan ver injusticias. Pero también es claro que volver la mirada es fácil. Ya sabéis, ojos que no ven… Parece de justicia que la Fiscalía Provincial de Madrid haya abierto diligencias contra los seguidores del PSV por las vejaciones. Sin embargo, todos los días se producen vejaciones masivas que llevamos a cabo como sociedad o Estado. Si indigno es poner a alguien a hacer flexiones en la calle por unos euros, también los es que una persona trabaje cosiendo por cuatro duros en largas jornadas en Asia. Es “curioso” que se comercialicen productos en España fabricados en condiciones ilegales, en suelo español claro. Si se hace en España lo llamamos taller ilegal, y si es en Bangladesh, chollo del Zara, H&M,…
Me parece vejatorio que a personas sin formación financiera se les embarcara en el despropósito de las preferentes. Es sin duda vejatorio el carácter especulativo que tiene la vivienda y no como un bien de primera necesidad y como derecho fundamental. Veja una reforma laboral que precariza el empleo (cuando, por cierto, el tipo de contrato no se encuentra entre las principales preocupaciones de los empresarios). Veja un gobierno que se gasta el dinero de la hucha de las pensiones mientras no implanta una fiscalidad progresiva para rellenarla. Eso sí, que los autónomos paguen sí o sí su cuota fija y sin tener los mismos derechos que quien trabaja por cuenta ajena. Vejamos cuando se condena a una persona mayor de 45 años que queda en desempleo a no volver a ser contratada, mientras los jóvenes tardan más en encontrar trabajo, con una tasa de paro juvenil del 46%. Veja una sociedad patriarcal que sigue discriminando a las mujeres. Es hirientemente vejatorio que mientras aquellas personas recogían las migajas de los hinchas del PSV, los ricos de España y del mundo sean cada vez más ricos. La distancia entre ricos y pobres ha crecido durante la “crisis”, especialmente en nuestro país (¡¡no es una crisis, es una estafa!!, gritábamos en el 15M). En 2015 el 1 % de la población española concentró tanta riqueza como el 80 % de quienes que menos tienen.
Y no puedo olvidarme de recordar lo vejatorio de la actitud de la UE respecto de las personas refugiadas que huyen de la guerra, con la connivencia del “democrático” gobierno turco.
Con esta reflexión no quería confrontar unos agravios con otros y señalar cuáles tienen más o menos relevancia o indignidad, porque sería absurdo. Sí era mi intención recordar que, aunque las cámaras no apunten a todos los hechos que relataba arriba, constantemente por acción u omisión yo, tú, él o ella vejamos a otras personas. La buena noticia es que está en nuestras manos acabar con ello.