Los Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA) son un conjunto de alteraciones psicológicas graves caracterizadas por alteraciones del comportamiento, actitudes e ingestión de alimentos relacionada con la apariencia física y una preocupación por el cuerpo. La anorexia nerviosa y la bulimia son las más conocidas.
La anorexia nerviosa se caracteriza por una imagen distorsionada del cuerpo, el individuo rechaza mantener un peso superior al peso saludable para su altura, lo que motiva la adopción de estrategias inadecuadas para prevenir el aumento de peso, como la actividad física vigorosa y restricción drástica de la ingesta de alimentos (1).
La bulimia nerviosa, se caracteriza por consumos excesivos de alimentos, y se suele clasificar en purgativa, si hay episodios purgativos como vómitos, ejercicio o ayunos, y no purgativa si no los hay. También se consideran TCA los trastornos alimentarios no específicos, como el trastorno por atracón, u otros que no reúnen los criterios para incluirlos en las tres enfermedades anteriores (1).
El riesgo de padecer un TCA es mayor en chicas que en chicos, y disminuye con la edad. Un estudio (2) que analizó la prevalencia en adolescentes de entre 12 y 19 años en Formentera, llegó a la conclusión de que además, las chicas eran más propensas a utilizar fármacos y ejercicio para conseguir los resultados deseados.
En un instituto de Educación Secundaria de Navarra (3), casi el 24% de los adolescentes estaban en riesgo de sufrir un TCA.
Los factores de riesgo para la anorexia y la bulimia nerviosa son dispares y complejos. Desde la genética, el ambiente familiar y social, las presiones socio-culturales por tener el cuerpo perfecto, el culto al cuerpo, el aumento del sobrepeso y la obesidad…
La mayoría de casos tienen una causa subyacente, desde un conflicto familiar o una ruptura, pasando por un TCA del progenitor, o acoso escolar; es un problema grave y lamentablemente de actualidad. Hace unos días leía en un periódico local de Albacete, que la unidad del Perpetuo Socorro que trata los TCA atiende cada dos días a un nuevo paciente.
Aunque son enfermedades psicológicas, requieren un tratamiento multidisciplinar por parte de médicos, dietistas-nutricionistas, psicólogos, enfermeros y educadores.
Nuestro papel como personas también es importante en la prevención de estas enfermedades, ya que un comentario ofensivo, una mirada a una persona con sobrepeso, o simplemente otorgarle más importancia de la que tiene a estar en un peso saludable, puede ocasionar algún nuevo caso de anorexia o bulimia, aunque nuestra intención no sea esa, nunca viene mal concienciarse un poco sobre este tipo de trastornos y empatizar. Sobre todo si tratamos con niños o adolescentes, que son los que más sufren el problema, y los más influenciables.
Referencias:
- Portela de Santana M.L., Raich R. M., da Costa Ribeiro J.H. La epidemiología y los factores de riesgo de los trastornos alimentarios en la adolescencia; una revisión. Nutr Hosp. 2012;27(2):391–401.
- Cabrera Mateos JL, Toledo Perdomo I, Báez Álvarez A. Riesgo de trastornos del comportamiento alimentario en adolescentes de un área de salud. SEMERGEN – Med Fam. 2006;32(6):258–64.
- García-Iriarte A, Arrondo de Esteban M, Guillén-Grima F, Aguinaga-Ontoso EI. Trastornos de la conducta alimentaria en una población adolescente de un instituto de enseñanza secundaria. Enferm Clínica. 2006;16(2):77–83.