El concepto trabajo garantizado pretende ser el impulso a la maltrecha economía española generando puestos de trabajo que se garanticen desde el Estado. Pero no debe ser la única de las propuestas a llevar a cabo, siempre debe ir acompañada de otras que la sustenten y la complementen. Ese ha sido el primer paso para explicar en su totalidad lo que supone el trabajo garantizado que hacía Eduardo Garzón este martes en Albacete.
Licenciado en Economía y Administración y Dirección de Empresas, amén de Doctorando en Economía por la Universidad Complutense de Madrid, Garzón ponía sobre la mesa varias de sus recetas para acabar con el desempleo que deben aunar y conjugar desde políticas de reducción de la jornada laboral, políticas de redistribución del tiempo de trabajo, pasando por la puesta en marcha de políticas para hacer transición de modelo productivo y energético y generar puestos de trabajo vinculados a esta transición, hasta finalizar en la re formulación de las condiciones laborales y estructurales de la política.
“El estado tiene la obligación de garantizar un trabajo en condiciones dignas a aquellos que quiera trabajar y no haya podido encontrar un puesto de trabajo. Esa gente va a tener el derecho a que el sector público le garantice el puesto de trabajo”, explicaba Eduardo Garzón antes de responder a la que sería la principal de las dudas y base en la que se fundamenta el trabajo garantizado: ¿De verdad somos capaces de encontrar actividades útiles para la sociedad seremos capaces de identificar sectores para generar empleo para tantas personas?
La respuesta es darle la vuelta al concepto de trabajo que se tiene hoy día, porque no es lo mismo empleo que trabajo. “Hay que partir de una definición nueva de trabajo: todo aquel esfuerzo físico e intelectual que redunda en beneficio social, económico, ecológico,.. para la sociedad”, enumeraba el economista que además aseguraba que trabajo es que una madre cuide a su hijo, el cuidado de los ancianos y mayores o que se cuide el medioambiente.
Se trata de darle la vuelta a trabajos como el de ama de casa, de cuidadores, que realizan mayoritariamente mujeres y por el que no se recibe remuneración, al igual que los servicios de reciclaje, rehabilitación de edificios, cuidados del entorno.
Estos trabajos que hasta ahora no se remuneran, o directamente ni se hacen, no se gestionarían directamente desde el Estado sino que lo haría los Ayuntamientos , que tendrían que elegir de forma democrática los proyectos a desarrollar. “La gente desde sus localidades identifican necesidades y a partir de ahí se decide si son social y ecológicamente útiles y se determinan los puestos de trabajo que se van a crear”.
Además de crear puestos de trabajo, servirá para combatir la precarización que existe en los puestos más bajos. Porque si el trabajo garantizado paga un salario que sea superior al mínimo que se cobre en la empresa privada, el empresario estará obligado a negociar el salario porque de lo contrarios, con una alternativa mejor, sus trabajadores dejarán el empleo.
Coste para las arcas públicas
“Todos los estudios que hay nos dicen que para el caso de España, poniéndolo en marcha sólo un año, la inversión necesaria neta no llegaría ni al 1% del PIB”, o lo que es lo mismo, 15.000 millones de euros es lo que habría que desembolsar el primer año para la puesta en marcha del trabajo garantizado que recaudaría hasta 5 mil millones de euros.
Por cierto que experiencias similares ya se han puesto en marcha en países como Nueva Zelanda, Argentina y en algunas zonas de la India con buenos resultados.