En el Pleno Infantil celebrado este lunes en el Ayuntamiento de Albacete con motivo del Día Internacional de los Derechos del Niño
Apenas cuentan con 10 y 12 años pero tienen claro qué es lo que quieren para su ciudad y para otros niños que no han tenido la suerte de nacer en un lugar como Albacete y que viven escapando de las guerras o en la más absoluta de las miserias. Son 25 niños llegados de diferentes centros escolares de la capital y sus pedanías y hoy han ejercido de concejales por un día. Suyo era el turno de palabra y el derecho de exigir y pedir cambios y mejoras en cuestiones cotidianas para la ciudad y sus vecinos y en otras que son, simplemente, de sentido común y justicia social.

Nicolás, de amarillo, durante su intervención. A su lado, Andrea Sedi.
De apoyar a los que más lo necesitan ha hablado Nicolás Moreno, del colegio Parque Sur, que ha detallado que en las aulas albaceteñas hay también niños sin recursos a los que las administraciones tienen que ayudar. Pero también se ha acordado de aquellos que menos tienen en otras partes del mundo y ha pedido: "Tenemos que enviar más dinero a todos esos lugares donde los niños pasan hambre".
La alumna del colegio Antonio Machado que hoy tomaba el escaño de concejal, Andrea Sedi Makuena, se ha tomado como ejemplo a ella y su familia, con pocos recursos, que pasan apuros con los gastos de material escolar. "Si muchos de nosotros no podemos pagarnos el material escolar, imagínense las actividades extraescolares", aseguraba esta alumna que ha reivindicado que la igualdad de oportunidades no significa dar a todos lo mismo "sino dar a cada uno lo que necesita para que podamos llegar al mismo sitio".
.
Reivindicaciones para las pedanías
Acceder a todos los servicios que ofrece la ciudad con las mismas condiciones que lo hacen el resto de vecinos es una reivindicación recurrente de las pedanías. Los niños no son ajenos a esto y por ello, como ya ha sucedido en años anteriores, han vuelto a sus peticiones.

María Belén Moya, en primer plano. A su lado Mario Callejas de Santa Ana.
Lo ha hecho Mario Callejas, del Colegio Pedro Simón Abril de Santa Ana que ha descrito cómo la falta de transporte público regular hace que cualquier traslado hasta la capital suponga un precio añadido, incluso para las actividades escolares. De hecho, poder asistir a la Escuela de Idiomas, al conservatorio, a los museos " depende de tener coche propio y eso hace que tengamos limitada nuestra educación extraescolar". Además ha pedido que en las rutas de camino al cole se habilite el carril bici, y no se ha olvidado de los problemas que la pedanía de Santa Ana tiene con la cobertura de red wifi "que hace que nos sea más difícil hacer las tareas escolares que requieren de nuevas tecnologías".
Romper con los estereotipos de género
María Belén Moya del Colegio público Inmaculada Concepción ha hablado de que no hay una igualdad efectiva entre los niños del mundo, pero además ha pedido a los adultos que "desaprendan" los estereotipos de género y convenciones que separan a los niños y las niñas y los encasillan. "El deporte y la danza pueden ser tanto para niños y para niñas, los colores no son sólo para unos o para otros..." Un mensaje parecido ha lanzado Julia Lozano García, del Pedro Simón Abril de Albacete que ha pedido además que no haya discriminación a aquellos que tienen capacidades diferentes.
El drama infantil en el mundo
Hoy estos escolares han puesto la cara amable a una efemérides que sirve para recordar que no todos los niños del mundo tienen los mismos derechos.

Sara y Mateo han entregado el pasaporte de acogida al alcalde de Albacete.
Las cifras hablan por sí solas: 1 de cada 200 niños son refugiados, viven huyendo de la guerra. De hecho 250 millones de niños viven en guerra a día de hoy. Pensando en estos niños que viven huyendo de la guerra los dos miembros del Consejo Municipal de la Infancia, Sara y Mateo, han hecho entrega al alcalde de la ciudad, Javier Cuenca, de un pasaporte de acogida en solidaridad a los niños refugiados.
Otra cifra para no olvidar es la de los 16 mil niños que mueren al día por causas evitables como el sarampión ya que no tienen acceso a una vacuna que apenas cuesta 50 céntimos.