La de Albacete es una agua de las consideradas “semiblandas”, que llega del Júcar a través de la infraestructura del trasvase Tajo-Segura, y que pasa más de 9.000 análisis anuales que garantizan que es un agua de calidad, cuando lo que se exige por normativa son unos 250 análisis anuales para ciudades del tamaño de Albacete. Lo dice el gerente de Aguas de Albacete, José Belda, que asegura a esta redacción que el agua del grifo, la que se bebe en la ciudad, cumple con todos los parámetros que establece la legislación. Es decir, es un “agua de calidad”, a la que además se le suman las últimas actuaciones de infraestructuras que la empresa mixta ha ido renovando y que refuerzan la buena condición del agua.
Desde que sale del sistema Júcar, el agua que finalmente sale de los grifos de la ciudad, pasa por esa infraestructura del trasvase y llega a la capital donde, antes de que entre en el sistema de tuberías, llega a una planta de tratamiento, ubicada en la entrada de la ciudad, en la zona de Los Llanos, donde pasa por distintos tratamientos que la potabilizan. Es por ello que, pese a que el estado y salud de los ríos influye en el aguta que se toma, no hay que temer que queden restos de cualquier contaminación cuando llega hasta nuestros hogares.
Una vez que entra en el sistema de la ciudad, “tenemos distribuida, dentro de la red de distribución, distintos puntos que lo que nos hacen es tener un control exahustivo y casi en tiempo real de cualquier variación posible que puede tener el agua en la ciudad”, asegura Belda. La red de agua de Albacete está dividad en 24 sectores hidraulicos, distribuidos a lo largo de toda la ciudad y en los que “tenemos telecontrolados, tanto con válvulas como con distitntos medidores, que conectan de forma directa con nuestro control y dan avisos de posibles variaciones de calidad del agua y de fugas”, añade el gerente de Aguas de Albacete.