M. Plaza
En el decálogo para el Compromiso por la regeneración democrática de Ciudadanos figura en primer lugar la propuesta de: Separar de inmediato de cualquier cargo, público o de partido, a imputados por corrupción política hasta la resolución completa del procedimiento judicial. Se supone que los agentes principales de la corrupción son las personas, y que se resuelve el problema con la separación de los responsables de los puestos de representación. Pero el punto cuarto de ese mismo decálogo determina: Prohibir que las empresas hagan donaciones a los partidos, reducir a 50.000€ las de las personas físicas y notificar al Tribunal de Cuentas en el plazo de tres meses las donaciones mayores de 25.000€. (Artículo 5 de la Ley Orgánica 3/2015, de 30 de marzo, de control de la actividad económico-financiera de los Partidos Políticos, por la que se modifican la Ley Orgánica 8/2007, de 4 de julio, sobre financiación de los Partidos Políticos, la Ley Orgánica 6/2002, de 27 de junio, de Partidos Políticos y la Ley Orgánica 2/1982, de 12 de mayo, del Tribunal de Cuentas). Como si el origen primario de los comportamientos corruptos estuviera en las empresas. Es decir, en el corazón mismo del orden o del sistema económico.
Parece que el aspecto más importante del fenómeno de la corrupción sería el de aproximarse a esa característica de si, en este fenómeno, es más importante el afán de apropiación de las personas en general, o de los responsables políticos en particular, o de si, alternativamente, lo que determina el estado de corrupción es la naturaleza del propio sistema económico.
Claro que si fuera este caso la corrupción se presentaría como fenómeno de una manera continuada por distintos lugares y en diversas circunstancias. Comprobémoslo con unos pocos ejemplos.
Helmut Kohl, Canciller de la República Federal de Alemania (1982-1998) se vio afectado por el escándalo de la financiación ilegal de su partido, por la venta de carros de combate a Arabia Saudí, por la compra de una petrolera alemana-oriental por Elf Aquitaine, por la financiación ilegal de la campaña electoral de 1994, por tener 300 millones de marcos en Ginebra, por recibir 300.000€ de Leo Kirch, propietario de un canal de televisión, entre otros casos. Es decir, lo normal.
Jaques Chirac, Presidente de la República Francesa (1995-2007), en noviembre de 2007 fue imputado por desvío de fondos a miembros de su partido durante su mandato en la alcaldía de París entre 1977 y 1995. Ya fue interrogado sobre la cuestión en julio de 2007, poco después de dejar la Presidencia de la República, en uno de los sumarios abiertos en 2002. El 15 de diciembre de 2011 es finalmente condenado a dos años de cárcel, pena que no cumplirá.
Benedetto “Bettino” Craxi, Presidente del Consejo de Ministros de la República Italiana (1983-1987), en 1992 durante el proceso judicial llamado Manos Limpias, que intentó acabar con la corrupción imperante en la política italiana, fue señalado entre los corruptos, tuvo que dimitir de su cargo en un PSI que no tardaría en desaparecer. Craxi se marchó a Túnez huyendo de la justicia italiana, y murió en el año 2000 en la ciudad de Hammamet.
A Silvio Berluconi, tres veces Presidente del Consejo de Ministros de la República Italiana (1994-1995; 2001-2006; 2008-2011), entre otras condenas, en julio de 2015, el tribunal de Nápoles lo condenó a tres años de prisión por el delito de corrupción, tras haber sobornado al senador Sergio De Gregorio. Los pagos se realizaron entre 2006 y 2008, y consistieron en aproximadamente tres millones de euros.
En España el fenómeno de la corrupción está bastante documentado. Puede verse una aproximación en este enlace, que afecta a la Transición, a los gobiernos de UCD (1976-1982), a los gobierno de Felipe González (1982-1996), a los de José María Aznar (1996-2004), a los de José Luis Rodríguez Zapatero (2004-2011), y al de Mariano Rajoy (X Legislatura) (2011-2015). Por ejemplo en este último han trascendido entre otros: Caso Emarsa de la empresa de depuración de las aguas residuales de Valencia, Operación Pitiusa, Operación Pokémon, Caso Dívar, Caso Cooperación de la Consejería de Solidaridad y Ciudadanía de la Comunidad Valenciana, Caso Alcorcón, Caso Bárcenas, Caso Amy Martin, Caso Tarjetas opacas de Caja Madrid, Operación Púnica, Caso Terra Natura de Benidorm, etc.
Así que a esperar el resultado de las elecciones. Un sistema fundamentado en la apropiación compulsiva, como quiso mostrar C. B. Macpherson en su importante libro de 1962 LA TEORÍA POLÍTICA DEL INDIVIDUALISMO POSESIVO. De Hobbes a Locke, Trotta, Madrid, 2005, aunque ahora la religión neoliberal la pretenda disfrazar a través de las leyes pseudo-objetivas del mercado monopolístico, no puede dejar de ser un sistema corrupto por su propia construcción y naturaleza. Con lo que el gobierno que se pueda formar como resultado de las elecciones del 20D, o se pliega a la corrupción sistémica y deviene corrupto, o ya se encargarán la Comisión Europea, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Central Europeo, la Troika, los lacayos del mal, de acabar, de una forma o de otra, con él.
Dice Dante Alighieri (1265-1321) en La Divina Comedia, Purgatorio XIV, 86-87:
O gente umana, perché poni ’l core
là ’v’è mestier di consorte divieto?
Es decir: ¡Oh raza humana!, ¿por qué pones tu corazón en lo que requiere una posesión exclusiva? Esta declaración muestra la capacidad de captación del maestro sobre la naturaleza del orden socio-económico que se barruntaba en la Florencia de los comienzos del siglo XIV. Nuestra única esperanza es la revolución de lo común. En fin, así estamos.
M. Plaza,
Albacete, 7 de diciembre de 2015