El Tesoro español está sacando adelante nuevas subastas de deuda pública. En esta ocasión, ofrecerá Letras a 6-12 meses, Bonos a 5 años y Obligaciones a 7 años. Tienen la particularidad de estar indexadas a la inflación, a 15 y 50 años.
La estrategia de financiación del Estado para 2022 es la de mantener en 75.000 millones la previsión de emisión de deuda neta. Se destaca que, durante los cuatro primeros meses del año, el Tesoro ha cumplido alrededor del 40% del programa de deuda.
Por su parte se estima que la emisión bruta se reduzca un 10% respecto de 2021. Esta se concentrará en Letras del Tesoro, Bonos y Obligaciones del Estado.
¿Cómo funcionan los Bonos del Estado?
Los Bonos del Estado son títulos emitidos a largo plazo para financiar el déficit público. Su tenencia da lugar a una rentabilidad, que se materializa mediante pagos anuales.
Al momento de su adquisición se desembolsa un importe determinado, pudiendo ser igual al valor nominal o un múltiplo del mismo. Luego, y con la frecuencia acordada el tenedor recibirá cupones a modo de intereses. Estos representan un porcentaje de ese valor nominal.
Cada Bono tiene una fecha de vencimiento, por lo general de 3 a 5 años. En ese momento, se le devolverá al inversor el capital invertido. Los Bonos cotizan en el mercado, y ofrecen la opción de compra o venta antes de que su plazo expire.
Adquirir el Bono, rentabilidad e inconvenientes
Las emisiones del Bono se realizan mediante subasta. Se puede adquirir uno en cualquier oficina del Banco de España, en la web del Tesoro Público, o en la mayoría de bancarias. Su rentabilidad se encuentra prefijada, aunque varía en cada emisión. En la última ha sido del 1,38% para los de 5 años.
Su principal inconveniente está en que los intereses son bajos. En períodos de alta inflación es habitual que no llegue a compensarla. También existe la posibilidad de que el país se declare en quiebra y los inversores tendrían problemas para recuperar su dinero.
¿Cuáles son las alternativas?
Para evitar los inconvenientes de los bonos, es posible invertir en otros activos que ofrezcan mejor rentabilidad. Los mercados de renta variable tienen mayor riesgo, pero también unos beneficios potenciales más elevados.
Lo más habitual es comprar acciones de empresas, o índices fuertes como el S&P500 y el NASDAQ100. Pero en momentos en que la bolsa baja, puede ser complicado conseguir rentabilidad.
Por ello, son muchos los inversores particulares que prefieren el mercado de divisas (Forex). En él se especula con el movimiento de distintas monedas en el ámbito internacional. Se compran y se venden pares de divisas enfrentados y se obtienen beneficios cuando una se revaloriza frente a la otra. Por muy mal que vaya la economía y la bolsa se desplome, siempre habrá una divisa que suba de valor si se compara con otra.
Sólo se necesita un ordenador y una conexión a Internet. Aunque cuando se empieza también hará falta dedicar horas al estudio para aprender a analizar el comportamiento de los activos y predecir sus movimientos. Es posible aprender cómo empezar a hacer trading con forex en esta guía.
Más allá del trading, también hay otras oportunidades clásicas como invertir en vivienda, montar un negocio o dejar el dinero a plazo fijo en el banco.